Oviedo. Resulta que no habían hablado desde que murió su marido. Mientras inspeccionábamos el lienzo a la lupa sonó un teléfono y me pasó la linterna para sacar el IPhone de su bolsillo. Un momento cinéfilo y de verdad, pero no podía permitir que cayeran más lágrimas ácidas sobre la capa pictórica. Luego nos contó su conversación y su drama. Colgamos el cuadro al revés y al día siguiente lo pusimos del derecho. El caminante nº1, Gerardo Delgado.
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