viernes, 7 de agosto de 2009

DÍA CINCO

Esta mañana disfruto del silencio en el despacho. La cho numberone, como cada viernes, y para acabar de rematar la semana, tiene fiesta. Además, guaita-tu, nos ha dicho que el lunes pues tampoco vendrá. Es lo que tiene ser una cho. Se ha pirado a Andorra el fin de semana y se ha puesto muy pesada con lo de las perfumerías Julia, que si queríamos que nos trajera algo que ella tiene la tarjeta de la perfumería y que es todo más barato que en la misma perfumería Julia que hay también una en su puto pueblo. En fin, que tendría que haberle encargado que me trajera un montón de mierda para fastidiarla y ahora me arrepiento, pues el martes no la veré sacarme un gran frasco de la colonia equivocada de sus bolsas. A parte del aire acondicionado, que está a tope, ya sólo oigo a la cho2 hincando manzanas.

Un anónimo ha reclamado que revele más detalles sobre la colección de verano que desfila por aquí porque no llega a visualizar del todo como quisiera al personal, justo hoy que la cho2 me ha venido arrastrando unos shorts de competición. La verdad es que nadie sabría como decirle que los pantacortos estaban bien cuando una era jugador de sumo y lo que impactaba era lo que había bajo la ropa, pero tras la operación y cambio de género (de sumo-rikishi a cho2), sería recomendable renovar vestuario y quizás se la podría ayudar.
Si no estuviera tan afectada por este mutismo circunstancial, le propondría - considerando su avanzada edad y su pasotismo- un rollo algo más elegante del palo toga griega, que este año están muy de moda las sandalias estilo Sócrates. La toga tiene de práctico que se pueden ir combinando graciosamente colores y trapitos más o menos cortos acorde con el humor del día, las chanclas, el bolso, las cortinas o el tinte de pelo y laca de uñas. Veo a una cho2 con corona de flores en la cabeza en plan Diógenes Laërcio, incluso con algún tipo de adorno más civilizado como la pamela. ¿Y porqué no el chal de Isadora Duncan?

Con esta maravillosa visión y sin pensarlo más me entrego al culto del fin de semana.

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